viernes, 12 de junio de 2015

El barrio de las Letras (Madrid)

Hola a todos. Siguiendo con nuestro recorrido hoy le toca el turno al Barrio de las Letras en Madrid. En nuestro reciente viaje a la capital tuvimos la oportunidad de pasear por sus calles y detenernos en los lugares más emblemáticos y significativos.



El barrio de las Letras, también llamado barrio de los literatos o barrio de las musas es un área del distrito centro de Madrid delimitada por la calle Atocha, Pza. Benavente, calle de la Cruz, Pza de Canalejas, Carrera de San Jerónimo, Pza de las cortes, Pza de Cánovas del Castillo y Paseo del Prado. Algunas de sus vías más emblemáticas son la Pza. de Santa Ana, la calle Huertas, La Pza. del Ángel, la calle del Prado y la calle Echegaray entre otras.

Debe su nombre a la actividad literaria que se desarrolló aquí a lo largo de los siglos XVI y XVII. En ésta zona fijaron su residencia algunos de los literatos más destacados del Siglo de Oro español, como Miguel de Cervantes, Quevedo, Góngora(que vivió en la misma casa que su antagonista literario Quevedo), o Lope de Vega. 


Con tales protagonistas y en éste marco se instalaron los primeros corrales de comedias de Madrid como el de La Cruz(ya desaparecido) y el del Principe (hoy teatro Español) que fueron importantes teatros en los siglos siguientes. También tuvo aquí su espacio el Mentidero de los Cómicos, en la entonces calle del Mentidero y luego calle del León, lugar donde se contrataban las compañías y las obras a representar en los mencionados corrales de comedias. Precisamente en la calle del Mentidero esquina a la calle de Francos, vivió de alquiler y murió en la pobreza Cervantes, que con anterioridad habitó al menos en otras tres casas de éste mismo barrio y fue enterrado en el convento de las Trinitarias.


Aunque la mayor parte de los inmuebles que se conservan fueron construidos durante el siglo XIX, del siglo XVIII se conservan la Casa Museo de Lope de Vega, dónde vivió el escritor entre 1610 y 1635(monumento histórico artístico desde 1935); el convento de San Ildefonso de las Trinitarias Descalzas y la Iglesia de San Sebastián.
En el número 87 de la calle de Atocha, una de las vías que limitan al barrio, se encontraba la  imprenta de Juan de la cuesta, donde se hizo la edición príncipe de la primera parte de Don quijote de la Mancha(1604), considerada la obra cumbre de la literatura en español.


Como edificios importantes, al siglo XVIII corresponden el Palacio del conde de Tepa, Actual Real Academia de la Historia, La Cámara de Comercio e Industria de Madrid, etc. Otras construcciones de interés son por ejemplo el Teatro Español, el Edificio Simeón o el Ateneo de Madrid.



En este barrio se ambientaron también algunas de las obras del teatro español del siglo XX como por ejemplo Luces de Bohemia de Valle Inclán.
Es un verdadero placer pasear por sus calles y sumergirse en lo mejor de la historia de la literatura española pues se pueden ir leyendo frases de las obras de genios de la literatura, especialmente a lo largo de la calle Huertas.




Espero que hayáis disfrutado del paseo. Saludos.

jueves, 11 de junio de 2015

La Fontana de Oro

Hola a todos.
Siguiendo con nuestro recorrido por Madrid, después de dejar el Museo del Romanticismo, nos dirigimos por la calle Fuencarral hasta la Gran Vía y de nuevo a la Puerta del Sol. Dede allí y subiendo por la calle Alcalá nos dirigimos al Casino de Madrid, singular edificio del siglo XIX, fundado en 1836 como club social independiente políticamente.De gran belleza arquitectónica, ha sido empleado en numerosas ocasiones como escenario cinematográfico, especialmente su majestuosa escalera. Posee una magnífica biblioteca y sigue funcionando como club social de carácter privado. Cuenta con una publicación digital con una periodicidad semestral que trata sobre diferentes temas culturales pero sobre todo con tintes históricos.


A continuación nos dirigimos por la Carrera de San Jerónimo a la Calle Victoria y allí tuvimos la oportunidad de admirar La Fontana de Oro. Se trata de un local intensamente vinculado a la vida literaria y política del siglo XIX en Madrid. Fue una fonda en origen y luego un café que existió desde finales del siglo XVIII. Fue inmortalizado por don Benito Pérez Galdós en su novela del mismo título y que ha formado parte de nuestras lecturas recientemente.El café fué lugar de reunión de la España Liberal y Tribuna de oradores durante el Trienio Liberal.
 

Al parecer, a mediados el siglo XVIII solo había tres grandes fondas en Madrid. La Cruz de Malta, La fonda de San Sebastián y La Fontana de Oro, que anteriormente figuraba como Posada de Caballeros regida por un veronés. Durante el Trienio Liberal se convirtió en uno de los más importantes púlpitos progresistas, quedando noticia de la presencia en ella de grandes oradores como Antonio Alcalá Galiano. Así la describe Galdós en su primera novela publicada y que lleva su nombre. Con la llegada a Madrid de los Cien Mil hijos de San Luis en socorro de Fernando VII, la ejecución pública de Riego tras el levantamiento, lider liberal y defensor de la Constitución, la sangrienta masacre que lo acompañó y la huída de Alcalá Galiano del país, la fontana volvió a su función de fonda para viajeros. 
Galdós habla de ella en su novela y dice: 
En la Fontana es preciso demarcar dos recintos, dos hemisferios: el correspondiente al café y el correspondiente a la política. En el primer recinto había unas cuantas mesas destinadas al servicio. Más al fondo, y formando un ángulo, estaba el local en que se celebraban las sesiones. Al principio, el orador se ponía en pie sobre una mesa, y hablaba; después, el dueño del café se vio en la necesidad de construir una tribuna... Por último, se determinó que las sesiones fueran secretas, y entonces se trasladó el club al piso principal. Los que abajo hacían el gasto, tomando café o chocolate, sentían en los momentos agitados de la polémica un estruendo espantoso en las regiones superiores..., temiendo que se les viniera encima el techo, con toda la mole patriótica que sustentaba...
La Fontana de Oro, Benito Pérez Galdós




 En 1843 la vieja Fontana fue adquirida, junto con otras fincas adjuntas, por el súbdito francés Casimir Monier, empresario innovador que ya antes había abierto librería y un local de baños. El nuevo complejo hostelero que tomó el nombre de Hotel Monier pero que siguió conociéndose con su nombre antiguo, aparecía en el Hanbook for travellers in Spain (1845) del John Murray así descrita: La afamada Fontana de Oro, durante mucho tiempo el mejor hotel de Madrid, y entre los peores de Europa, ha sido transformado en un establecimiento para baños, alojamiento y sala de lecturas.
En 1859, en el solar de la finca que ocupó la Fontana se construyó un nuevo hotel, luego desaparecido también, la fonda de los Embajadores que, en una evolución de categoría ascendente acabó llamándose Gran Hotel de los Embajadores.

  

  



Hoy día es una especie de Taberna Irlandesa pero en la que permanece intacto el recuerdo de toda una época y se respira el mismo aire que imaginamos se respiró en sus buenos tiempos. Se puede uno sentar en cualquiera de sus rincones y transportarse a aquel convulso siglo XIX saboraeando, eso sí, una pinta de guinness.


                          
Espero que hayáis disfrutado con el recuerdo de su visita.












jueves, 4 de junio de 2015

Museo del Romanticismo (Madrid)

Hola de nuevo
Lo prometido es deuda y vamos a hablar de cada uno de los lugares que hemos visitado en Madrid. Hoy le toda el turno al Museo del Romanticismo.


El museo debe su existencia a Benigno de la Vega-Inclán, marqués de la Vega-Inclán, filántropo y mecenas que vivió durante la segunda mitad del siglo XIX y primera del siguiente, fundador asimismo del Museo de El Greco de Toledo y del Museo Casa de Cervantes de Valladolid. En 1921, hizo donación al Estado español de parte de sus pertenencias con el objetivo de que constituyeran una colección estable abierta al público. La institución tomó el nombre de Museo Romántico precisamente por tratar de preservar la memoria del Romanticismo español, una etapa de grandes logros literarios y artísticos a nivel nacional, y que coincide en gran medida con el reinado de Isabel II. Se eligió como sede el céntrico palacio del marqués de Matallana, que ya había albergado anteriormente otras actividades patrocinadas por el marqués. Es un ejemplo representativo de vivienda noble  en la capital madrileña, presentando elementos muy comunes , como el amplio portón de entrada formado por sillares de granito, ventanales con balcón de forja en el piso noble, o la techumbre abuhardillada. El arquitecto, Manuel Martín Rodríguez (sobrino del célebre Ventura Rodríguez), mantuvo algunos recuerdos barrocos en la composición de la fachada, con marcos ligeramente quebrados en el primer piso; predominan sin embargo la severidad y simetría propias del Neoclasicismo que triunfaba en esa época. El museo fue inaugurado en el año 1924.



La colección, integrada en principio por "pinturas, mobiliario y ajuares", fue ampliándose mediante donaciones, adquisiciones y legados, de modo que actualmente posee fondos de muy diversa índole, desde objetos de uso cotidiano hasta pintura religiosa, fotografía o miniaturas. Especialmente importante en este capítulo de acopio de fondos fue la época inmediatamente posterior a la Guerra civil, gracias a la Comisaría General del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional, creada para evitar el expolio artístico durante la guerra. Este organismo enriqueció el museo mediante un depósito que complementaba la colección inicial del marqués de forma sustancial.


El museo se concibió no como una mera exposición de objetos sino con la intención de que mediante la recreación del ambiente, el visitante se sintiera transportado a la época romántica, llegando a adquirir gran renombre precisamente por la fidelidad, exactitud y autenticidad con que presentaba ese ambiente decimonónico, y por su carácter íntimo y recoleto, alejado del concepto de museo-espectáculo de masas que se puso de moda a finales del siglo XX.


En el año 2001, el museo fue cerrado al público para acometer mejoras necesarias  acordes con los criterios museográficos propios del siglo XXI. La reforma comprendió la rehabilitación total del inmueble, así como la creación de servicios básicos para el visitante, y una nueva presentación de las colecciones, procurando mantener el espíritu de casa-museo.. Una vez concluidas las obras, en el año 2009,  la institución abrió de nuevo sus puertas, cambiando también la denominación tradicional por la de Museo Nacional del Romanticismo.

El museo divide sus fondos en los apartados de pintura, miniatura, estampa, artes decorativas (muy relevante en este campo la colección de cerámica, abanicos y litofanías), mobiliario, fotografía y dibujo (debidos a José de Madrazo, entre otros).

Uno de los campos que más fama le han dado al museo es su excelente galería pictórica, en la que están representados los artistas más relevantes del siglo XIX español, sobresaliendo un excelente cuadro de Francisco de Goya, San Gregorio Magno. Pertenecía a un grupo de cuatro pinturas sobre santos pintado por Goya, del cual un San Jerónimo se conserva en el Museo Norton Simon de Pasadena (Estados Unidos)
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También, entre otros muchos, Vicente López Portaña, los paisajistas Carlos de Haes, Jenaro Pérez Villaamil y Luis Rigalt, Valeriano Domínguez Bécquer (hermano de Gustavo Adolfo Bécquer), Antonio María Esquivel, Carlos Luis de Ribera, José Gutiérrez de la Vega, Federico de Madrazo o Leonardo Alenza, con una de las pinturas icónicas del Romanticismo, la Sátira del Suicidio. Otra pintura de cierta fama es un retrato del político Godoy pintado por Antonio Carnicero.

                                                     
En junio de 2011, el Ministerio de Cultura ha incorporado a la colección un Retrato de Isabel II pintado por Federico de Madrazo en 1849.

En el capítulo de mobiliario, son destacables varios objetos que pertenecieron al rey Fernando VII, entre ellos un curioso retrete. No podía faltar en el museo el recuerdo de uno de los máximos literatos que dio la época: Mariano José de Larra, exhibiéndose algunas de sus pertenencias personales y uno de los retratos más famosos que de él se conservan.

 Y ahora unas fotos de nuestra cosecha realizadas en la visita y que muestran el soberbio jardín romántico con que cuenta el museo.




Espero que disfrutéis recordando la visita a los que estuvisteis y que os haya resultado interesante y despertado las ganas de visitarlo a los que no estuvisteis.