Hola a todos.
En nuestra reunión semanal de ayer miércoles tuvimos la ocasión de asistir a la exposición de nuestro compañero Rafael Reina sobre la música y la Primera Guerra Mundial.
La música proporciona diversión y descanso, es necesaria en la guerra y en los tiempos de paz, produce efectos religiosos y morales; tranquiliza las mentes, ennoblece el carácter. La música nos proporciona placer, nos deleita y estimula nuestras emociones.
En tiempos de guerra todo ello se acrecienta. Puede ser una válvula de escape tanto para los civiles
como para los soldados.
Vamos a ocuparnos de
algunas de las canciones que surgieron a raíz de la Primera Guerra Mundial;
canciones que se hicieron muy populares entre las tropas y la población civil
–la mayoría de las cuales nada (o poco) tenían que ver con la música militar– y
cuyos temas hablaban de la nostalgia, la familia, el hogar, la novia que uno
había dejado, su pueblo…
Comenzamos así con una
canción francesa que se estrenó poco antes de estallar la guerra europea: Quand Madelon
(1914, letra de Louis Bousquet y música de Camille Robert). Quand Madelon describe
cómo coqueteaban los soldados con una joven camarera y fue un gran éxito
de Charles-Joseph Pasquier, conocido como Bach y que fue uno de tantos “cómicos
troupiers” que actuaban por diversas ciudades y que al comenzar la guerra
pasaron a hacerlo ante los soldados. La escuchamos en una grabación suya de
1919 en este vídeo con imágenes de la guerra y de Bach .
Muchas de estas
canciones eran melodías populares que los soldados llevaban en su equipaje
emocional. Tipperary es un municipio
irlandés que en la actualidad cuenta con unos cinco mil habitantes. Jack Judge,
un cantante de Music-hall originario de dicha localidad, compuso en 1912, junto
con Harry Williams y como homenaje a la misma, It’s A Long Way To Tipperary
(Es un largo camino hasta Tipperary).- Al estallar la guerra el Séptimo
Batallón del Regimiento Connaught Rangers del Ejército Británico –formado sobre
todo por irlandeses y estrechamente ligado a Tipperary, donde parte del
regimiento estuvo acuartelado entre 1908 y 1910– la tomó como una especie de
himno y la popularizó hasta el punto que otras unidades del ejército británico
hicieron lo mismo. Ello fue posible, en parte, al corresponsal del Daily Mail, George Curnock, que
habló de ello en el diario. Sucedía esto en agosto de 1914 y en noviembre del
mismo año la canción era grabada por el tenor John Mc Cormack, llegando así a
todo el mundo y convirtiéndose en una de las canciones más populares de la
época (posiblemente porque no era una típica canción de guerra). Escuchemos la
versión de Mc Cormack.
La guerra avanzaba y
mostraba ser la más brutal y mortífera de cuantas habían tenido lugar a lo
largo de la historia. Los desastres de la guerra hacían mella, cada día más,
entre los soldados y la población civil. Una de las batallas más sangrientas y
de mayor duración (julio-noviembre de 1916) fue la del Somme (Francia), en la que las tropas anglo-francesas derrotaron a
las alemanas tras sufrir el ejército británico una de sus mayores pérdidas de
hombres. Solo el primer día, el 1 de julio, este tuvo que contabilizar nada menos
que 57.740 bajas (19.240 de ellas mortales).
En este contexto,
Dòmhnall Ruadh Chorùna, un soldado escocés que combatía en el ejército
británico compuso en el mismo frente de batalla, para su novia, una de las
canciones más populares en gaélico escocés: An Eala Bhàn (El cisne blanco), una canción de amor
en la que le dice que no deja de pensar en ella a pesar de la brutalidad del
momento (“Estoy cegado por el humo, / mis oídos están ensordecidos por el rugir de los cañones”). Dòmhnall Ruadh
Chorùna –también conocido como Donald MacDonald– resultó malherido en la
batalla del Somme, pero sobrevivió a la guerra. La versión que incluimos corre
a cargo de Julie Fowlis, intérprete de música celta originaria de Escocia que
canta principalmente en gaélico escocés.
El horror de la guerra
acrecentó el antimilitarismo, activo desde el inicio de la conflagración
incluso en países que, en un principio, no participaban en ella, como es el
caso de Estados Unidos. Aquí –y en Gran Bretaña y Australia, que ya estaban en
guerra– se hizo muy popular la canción I Didn’t Raise My Son to be a Soldier
(No crié a mi hijo para ser un soldado): “No crié a mi chico para ser soldado,
/ lo traje al mundo para mi orgullo y alegría. / ¿Quién es nadie para ponerle
un fusil al hombro / para disparar contra el querido hijo de otra madre? / No habrían guerras hoy en día / si todas las
madres dijesen: / Yo no crié a mi chico para ser soldado.
I Didn’t Raise My Son to be a
Soldier sonó de nuevo con fuerza entre los movimientos de oposición
a la guerra del Vietnam en Estados Unidos. Compuesta por Al Piantadosi (música)
y Alfred Bryan (letra), fue grabada por los Peerless Quartet a finales de 1914.
Esta es su versión.
Hubo, naturalmente,
infinidad de melodías –marchas, himnos– que, ante todo, enaltecían el ánimo.
Algunas de ellas fueron compuestas por músicos militares. Es el caso de la
conocida Marcha
del coronel Bogey, famosa por ser parte de la banda sonora de El puente sobre el río Kwai. Se
compuso en 1914 por el entonces teniente F. J. Ricketts (bajo el seudónimo de
Kenneth J. Alford), director de banda del ejército británico. Vamos con la
versión original .
Otra marcha patriótica
de gran ascendencia entre los soldados y la población civil rusa es El adiós de Slavianka
( Slavianka significa ‘mujer eslava’).- Aunque escrita con anterioridad al
inicio de la guerra, en 1912, por el compositor Vasily Agapkin (militar
director de orquesta) en honor a las mujeres búlgaras cuyos maridos partieron
al frente en la Primera Guerra de los Balcanes, fue durante el conflicto cuando
alcanzó enorme notoriedad al ser la canción con que los soldados rusos solían
despedirse de los suyos para marchar al frente. En el siguiente vídeo
–subtitulado al español– es interpretada por los cantantes rusos Zara y Dmitri Pevzov.
Las marchas de las
potencias centrales presentaban un carácter mucho más marcial. Prueba de ello
es esta Die
blauen Dragoner, marcha compuesta por Hans Hertel (música) y
G.W. Harmssen (letra) en los momentos inciales de la contienda para el
regimiento “dragones azules” del ejército alemán, que posteriormente
sería utilizada y popularizada por las SS. “Los dragones azules cabalgan. / (…)
las bandas tocan / marchas con fanfarrias / cuyo sonido sube hasta las pálidas
colinas”.
Ahora un tema del
último país que entró en la guerra, Estados Unidos. Lo hicieron en abril de
1917 y su intervención resultó decisiva. Una de las melodías más populares de
aquel año fue Over here, over there, canción
de propaganda pensada para animar a los jóvenes estadounidenses a alistarse en
el ejército y luchar contra el “Hun” (el Huno), como despectivamente llamaban a
los alemanes.
Fue compuesta por
George M. Cohan, actor, cantante, bailarín, autor, compositor, productor,
empresario teatral, director y coreógrafo conocido como ‘El amo de Broadway’.
En el vídeo que sigue escuchamos a Nora Bayes, popular cantante y actriz de la
década de 1930, en la versión original de 1917.
La canción fue un éxito
y en 1936 Roosevelt condecoró a Cohan con la Medalla de Oro del Congreso. La
canción se utilizó también durante la Segunda Guerra Mundial.
La Varshavianka ( La varsoviana) es una canción
revolucionaria de polacos contra el imperio zarista ruso que luego tomaron los bolcheviques. Compuesta
en 1883 por el poeta polaco Waclaw Swiecki .-En España los anarquistas se
apropiaron del himno y lo llamaron A las
barricadas.
Lili Marleen es una famosa canción alemana cuya música fue
escrita en 1937 por el compositor Norbert Schulze sobre un poema que un soldado
llamado Hans Leip había escrito en 1915 durante la 1ª GM. La canción estrenada
en 1939 adquirió una tremenda popularidad durante la 2ªGM, transformándose,
según los países, en marcha militar, canción deportiva militar o simplemente en
cántico de cuartel.
El centenario de esta
catástrofe bélica me ha recordado una canción, un tango, que se escuchaba con
frecuencia en la radio española hace cinco o seis décadas. Hay que señalar que
los textos de algunos tangos tienen una originalidad y una expresividad únicas;
muchas veces no se puede decir más con menos palabras.
El tango en cuestión se
titula "Silencio" y lo
canta magistralmente, Carlos Gardel.-
Y para terminar, una canción de esta época, y que además se hace referncia a ella en el libro. Se trata de Downhearrted Blues interpretad por la cálida y sugerente voz de Bessie Smith.
Nuestro agradecimiento y felicitaciones a Rafael Reina.