miércoles, 30 de septiembre de 2015

"La Desbandá" de Luis Melero







La lucha por sobrevivir de un niño valiente enfrentado a los horrores de la guerra. Málaga, 1935. La familia del pequeño Mani, de once años, está tan dividida como la propia España: Paco milita en el Partido Comunista. Antonio es anarquista. Ricardo quiere ingresar en el seminario y a Miguel sólo le preocupan sus amoríos. Mientras Mani se esfuerza en conseguir dinero para contribuir al sustento de su hogar. La República camina por la cuerda floja y su familia parece estar en el centro de huracán. pronto la Luftwaffe bombardeará la ciudad...

Este es el libro que toca leer ahora en el Club de Lectura y animo a todos los que nos siguen a leerlo y comentarlo. Y para que sepáis un poco más de este hecho histórico acaecido en Málaga...

"El mundo entero fluía, en este momento, en un único sentido", escribió André Malraux, porque la carretera que une Málaga con Almería era un río de gente que marchaba o caía en febrero de 1937, cuando decenas de miles de malagueños huyeron bajo las bombas camino de Levante.

Málaga fue tomada por las tropas franquistas entre el 7 y el 8 de febrero de 1937. Nunca llegaron los refuerzos para defenderla y nunca se supo por qué. El resultado fue el caos y la huída descoordinada. "Las autoridades no evacuaron a la población en autobuses o camionetas, como se hizo en Madrid. Al final, las tropas llegaron en el momento en que la gente empezó a correr, De ahí "La Desbandá".





Barranquero estima que entre 100..000 y 150.000 personas huyeron. Muchos eran refugiados de otras zonas de Andalucía. durante la marcha fueron bombardeados por mar (por los cruceros Baleares, Canarias y Almirante Cervera) y aire. Desde el 8 de febrero el Registro Civil de Málaga contabilizó 15 o 20 fallecidos diarios procedentes de la carretera y a ellos hay que añadir todos aquellos enterrados en los municipios del camino."Muchas veces las familias de los muertos no se pararon a registrarlos, sino que siguieron corriendo", según explica uno de los supervivientes que se unió a la marabunta el día 9 a la altura de Torredelmar pero se apartó para pasar la noche en un cortijo de Frigiliana porque su padre y su abuela habían caído al agua al intentar cruzar el río Chillar. cuando se incorporó, vió los camiones recogiendo cadáveres.

Por delante de él marchaba Antonio Villamuela, que había dejado Málaga agarrado de la chaqueta de su padre, según recuerda hoy. "Mi tío tenía una camioneta y empezó a meter a laas mujeres: mi madre, mi abuela, dos tías.... Pero ya no había sitio para mi abuel, ni para mi padre, ni para mi y mi hermano".Los cuatro salieron juntos pero el cáos los separó. En El Palo, a la salida de Málaga, su abuelo dijo que no podía más. Y más tarde se perdió él: "Vino la aviación y corrimos y nos metimos en las cañas dulces. Pero al salir, cada uno lo hizo por un sitio"- Villamuela es uno de esos niños extraviados, algunos de los cuales nunca encontraron a sus padres. Él lo halló de regreso a Málaga, días después. Su madre y sus hermanas consiguieron llegar a Valencia en la camioneta y no volvió a verlas hasta que terminó la guerra en 1939.

Como a Villamuela, a Juan Gálvez lo interceptó una columna de tropas italianas del ejercito nacional a la altura de Nerja. Huía con su madre que cargaba con la más pequeña de sus hermanos, una niña de seis meses. Otros cargaban con ropa, e incluso con máquinas de coser que quedaron en la vereda. "La gente no sabía qué distancia había (unos 220 kilómetros), y hay hubo quien creyó que después de Almería venía Francia. Simplemente era el camino que estaba libre", razona Encarnación Barranquero.

Marchaban de día y de noche y todos encontraron el horror en aquel camino. "Un hermano mío mayor que yo me dijo - mira, ahí hay una mujer que tiene una cesta de tomates-. ella estaba tendida y mi hermano dijo -vamos a coger los tomates que ella no los quiere pa na, que ya está matá-. Pero cuando nos acercamos se nos quitaron las ganas porque tenía a una niña recién nacida mamando del pecho" cuenta Conejero. Juan Galvez recuerda haber dormido en una casa abandonada que resultó estar repleta de cadáveres. Y Villamuela no olvida a una mujer y sus dos hijos ("uno tenía la cabeza vendada") que vió tendidos sobre la tierra, ni cuando su padre le mandó a protegerse tras una roca: "Y yo venga a menear al hombre que había allí, pero aquel hombre estaba muerto". Las cañas de azucar que antes crecían en esa zona les sirvieron de alimento y refugio. "Los barcos tiraban a la montaña y las piedras mismas mataban, porque la carretera bordeaba el monte", rememora Conejero.

La historiografía franquista justificó la matanza por la supuesta presencia de milicianos entre la población civil. Sin embargo, Encarnación Barranquero explica que los milicianos de los frentes de Álora y el Chorro huyeron mayoritariamente por el interior. La profesora cree que el suceso muestra una estrategia deliberada por dañar a la población civil, y apunta otro posible motivo, el escarmiento contra Málaga La Roja. "Aquí se consiguió el primer diputado del Partido Comunista, el único de toda la legislatura, y el primer concejal comunista de una capital andaluza. Había una tradición de izquierdas y de asociacionismo, y una hegemonía de la CNT. Además, durante los siete meses de la República hubo bastantes muertos".


Norman Bethune, un reputado médico canadiense que acudió desde Valencia con su ambulancia para socorrer heridos, dejó para la historia una frase. - No hemos venido a España a derramar sangre, sino a darla-; un relato titulado El crimen de la carretera Málaga-Almería y un puñado de fotografías que documentan el horror de aquella huída. Pero durante mucho tiempo, de la Desbandá en málaga, sólo se habló en voz baja. Barranquero y otros académicos comenzaron a estudiar el episodio a mediados de los años 80 y el movimiento asociativo para lal recuperación de la memoria dio luego repercusión a sus trabajos.

Desde 2007 se organizan marchas en las provincias de Málaga, Granada y Almería para recordar la matanza.

Ninguno de los tres protagonistas que aparecen en el texto llegó nunca a Almería. Fueron interceptados por tropas italianas que llegaron desde el norte hasta Torredelmar y Motril, donde quedó establecido el frente entre el 10 y el 11 de febrero. "Cuando llegamos a Motril estaban las fuerzas de Falange echando mítines": - No corráis, no tengáis miedo, el que no tenga las manos manchadas de sangre, tranquilo que no le pasa nada-" . oyó Conejero. Pero al volver a Arenas su padre fue sometido a un Consejo de Guerra y ejecutado. Era albardonero y miembro del Comité de Abasteciemiento. Todavía mantiene la voz firme cuando dice que hay cosas que la vejez no le harán olvidar. "Que el día de mañana la gente sepa qué pasó y por qué pasó, porque si se deja callaíto, se muere todo".

(Fuente: El diario.es)

1 comentario:

Joaquín dijo...

Una Segunda República cargada de nobles aliento, pero nacida con pies de barro en una crisis económica mundial y unos fantasmas interiores no resueltos.

Antonio Soler