jueves, 30 de mayo de 2013

Dolencias y enfermedades de la Casa de Borbón . Fernando VII


 

 

Hola a todos.

Transcribo un post de un blog sobre historia y personajes que me parece muy interesante para la época y el personaje que nos ocupa.


Fernando VII, hijo de Carlos IV y de María Luisa de Parma, era de físico poco agraciado y cuerpo robusto, como su padre. “En su cara destacaban un mentón adelantado, sobre el que se dibujaba unos carnosos labios y una nariz de enorme tamaño. Sus ojos eran grandes y vivaces, expresivos, y lanzaban al observador una mirada impertinente, al tiempo que inquietante. En definitiva, su aspecto era poco tranquilizador, podríamos atrevernos a decir, un tanto malicioso.” (pág.182). En cuanto a sus atributos psíquicos, era falso y desleal, nunca hablaba con franqueza, como los hechos históricos se encargaron de demostrar.

A los diecisiete años, siendo Príncipe de Asturias, le casaron con la princesa María Antonia de Borbón y Lorena, hija de su tío Fernando IV de Nápoles, una joven, si no guapa, al menos culta e inteligente. El matrimonio tardó un año en consumarse, quizás debido a un retraso en el desarrollo hormonal de Fernando. Desgraciadamente, la princesa, al que su esposo repugnaba y a la que el clima de Madrid no le sentaba bien, murió pronto, después de haber tenido dos abortos, a causa de una tuberculosis (que antes se llamaba tisis), aunque las malas lenguas acusaron a Godoy de haberla envenenado. El Dr.Gargantilla, basándose en los datos de su autopsia, dice que la enferma padecía una malformación cardíaca que le produjo, con el paso de los años, una cardiomegalia generalizada, especialmente de la aurícula y ventrículo izquierdos (pág. 188).

Fernando, como Príncipe de Asturias, cuenta el marqués de Villaurrutia se mostró hijo rebelde y descastado con sus padres, los reyes, desleal y cobarde con sus amigos y felón para su patria. Los hechos históricos hasta las claudicaciones de Bayona son suficientemente conocidos y ello nos exime de su narración. Baste decir que la conducta de Fernando, mientras estuvo retenido en Valençay fue aduladora y rastrera para con Napoleón y su hermano José I, el rey intruso, pretendiendo, incluso la mano de la hija mayor de este, Zenaida Bonaparte. Me parece arriesgada la opinión profesional del Dr.Gargantilla quien supone que Fernando desarrolló durante su cautiverio, que no lo fue tal, una alteración psíquica del orden del “síndrome de Estocolmo”. Mas bien su docilidad ante el Emperador se explicaría por su cobardía innata y su carácter vil y rastrero.


De vuelta a la Patria, Fernando "el deseado", se apresuró a declarar nulas y sin valor alguno las reformas gaditanas, persiguiendo a los doceañistas. El comienzo del reinado no podía ser mas infame.

Una cuestión pendiente era la del matrimonio del rey, viudo desde hacia años. La “agraciada” fue una princesa portuguesa, María Isabel de Braganza (1797-1818), hija del rey Juan VI de Portugal y de Carlota Joaquina, hija de Carlos IV. Isabel, “fea, pobre y portuguesa, chúpate esa”, así la recibió el pueblo, fue una reina modesta y opaca que pasó por la Historia de España sin pena ni gloria. Tuvo dos embarazos, naciendo del primero una niña muerta a los pocos meses y falleciendo a consecuencia del segundo. No es cierta la leyenda romántica, que el Dr.Gargantilla toma sin duda de otras fuentes1 de que esta reina contribuyese decisivamente a la creación del Museo del Prado. La decisión fue toda de Fernando VII, alguna cosa buena tendremos que reconocer a este canalla, “quien cedió los mas valiosos cuadros de las colecciones reales en un acto de libérrima voluntad2.

Fracasados los dos anteriores, las razones de Estado imponían un nuevo matrimonio al monarca y la elegida, esta vez, fue su sobrina, María Josefa Amalia de Sajonia (1803-1829), una “niña inocente” de tan solo quince años de edad, obligada a casarse con un hombre vicioso y repugnante, veinte años mayor que ella. La unión fue durante un tiempo un completo desastre pues la reina, asustada, se negó a tener relaciones sexuales con su marido, teniendo que mediar la Santa Sede para que la joven reina, a la que nadie había instruido previamente, aceptara como bueno y no pecaminoso el obligado débito conyugal.

En 1825, durante la llamada “década ominosa”, el rey, que venia padeciendo de gota, enfermó gravemente, siendo atendido y aliviado por un médico liberal, el Dr. Pedro Castelló y Ginestá (1770-1850), a quien Fernando, en pago a su profesionalidad, nombró médico de Cámara. Ante esta enfermedad crónica del monarca, se le aconsejó visitar el balneario de Solán de Cabras, manantial cuyas aguas casi milagrosas, tenia también efectos genésicos, por lo que solía ir acompañado de la reina, sin que por ello se consiguiera el ansiado embarazo, quizás debido, nos cuenta el Dr. Gargantilla “al tamaño del miembro viril del rey, puesto que, al parecer, sufría de macrosomía genital, en otras palabras, que las dimensiones del pene eran muy superiores a la media” (pág. 202)

Algunos años mas tarde, en 1829, la salud de la reina comenzó a empeorar y, estando en Aranjuez, falleció, posiblemente a consecuencia de una neumonía, el 18 de mayo, sin que su marido derramase por ella una sola lágrima.

Maria Cristina de Borbón

Gotoso y con problemas gastrointestinales, todavía tendría Fernando ánimos y voluntad para un nuevo matrimonio que resolviese el problema de la sucesión. Para ello pensó en su sobrina, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (1806-1878), hija de Francisco I de las Dos Sicilias y de María Isabel de Borbón, hermana de Carlos IV. La elegida era un auténtica belleza que enamoraba a propios y extraños, cualidades físicas a las que unía una gracia natural, una bondad ilimitada y una notable inteligencia. La boda se celebró en Aranjuez el 9 de diciembre de 1829 y el 10 de octubre del año siguiente vino al mundo su primer vástago: una niña a la que pusieron por nombre María Isabel Luisa, la futura Isabel II, a la que se sumaría otra hermanita, Luisa Fernanda, nacida el 30 de enero de 1832.

Mientras la salud del monarca declinaba en medio de las conspiraciones de palacio que tuvieron su episodio más amargo en los sucesos de La Granja, (julio de 1832), cuando estando el rey en trance aparente de muerte y debilitados sus sentidos, el ministro Calomarde, para congraciarse con el pretendiente absolutista, don Carlos, el hermano del rey, consiguió la revocación de la Pragmática Sanción que derogaba la ley Sálica de Felipe V que apartaba las mujeres de la sucesión al Trono. Repuesto casi milagrosamente Fernando VII y tras la pintoresca intervención de la infanta Luisa Carlota abofeteando al ministro (Manos blancas no ofenden, señora), el rey hizo público un manifiesto declarando nulo y sin valor el decreto firmado con engaños, celebrándose al poco tiempo (20 de junio de 1833, en la iglesia de Los Jerónimos), la jura de la niña Isabel como Princesa de Asturias y heredera del reino).

El día 29 de septiembre de 1833 moría Fernando VII. A sus sempiternos ataques de gota, se le habían unido, síntomas de insuficiencia coronaria que hacen sospechar al autor del libro que sirve de base a nuestros comentarios que la causa de la muerte no fuera una apoplejía fulminante, sino debida a una arritmia, causa mas frecuente deparada cardiorespiratoria en pacientes con insuficiencia cardiaca.

Muy oportunamente el Dr. Gargantilla cierra este capítulo con el juicio que este rey verdaderamente nefasto mereció al Dr. Marañón:

Pocas vidas humanas producen mayor repulsión que la de aquel traidor integral, sin asomos de responsabilidad y de conciencia”.
 
Espero que os haya gustado.

Juan Álvarez Mendizábal

Político español (Cádiz, 1790 - Madrid, 1853). Miembro de la burguesía comercial gaditana, actuó como proveedor del ejército organizado por Fernando VII para recuperar las colonias españolas en América (1820). Junto con otros conspiradores, preparó el pronunciamiento de aquel ejército que, encabezado por el general Riego, obligó al rey a aceptar la Constitución de 1812.

No ocupó cargos políticos durante el siguiente Trienio Liberal, pero su significación le obligó a exiliarse cuando los «Cien mil hijos de San Luis» restablecieron en España el absolutismo (1823).
Sus actividades comerciales en Inglaterra le proporcionaron una gran fortuna. Y su prestigio político entre los exiliados liberales se acrecentó cuando contribuyó a financiar la expedición militar británica que acabó con el absolutismo en Portugal y aseguró en el Trono a María II (1834).

Por tal motivo, la corriente progresista del liberalismo español le propuso como alternativa para sustituir en el gobierno al moderado Martínez de la Rosa  en 1835.

Un movimiento revolucionario obligó a la regente María Cristina de Borbón a entregar el poder a Mendizábal, que fue nombrado ministro de Hacienda y primer ministro (1835-36).

La medida más significativa que adoptó fue la llamada desamortización de Mendizábal (1836), proceso de nacionalización de los bienes del clero regular para venderlos en pública subasta; aquella medida, inspirada por la Revolución francesa, tenía por objeto dinamizar la economía agrícola del país sacando al mercado libre el ingente patrimonio inmobiliario acumulado por las órdenes religiosas, formando además con sus compradores una clase media dispuesta a apoyar el régimen liberal y la causa de Isabel II; al mismo tiempo, la operación serviría para reducir la agobiante deuda pública y proporcionar al Estado medios económicos con los que financiar la guerra civil contra los carlistas.

Recomendando lectura

Hola a todos.
Quiero recomendar éste libro que acaba de salir, como lectura complementaria a nuestro Club de Lectura.

50 cosas que hay que saber sobre la Historia de España

Buen provecho y Buena lectura.

jueves, 16 de mayo de 2013

Antonio Alcalá Galiano

Hola a todos.
Aquí os dejo un post sobre Antonio Alcalá Galiano, prohombre andaluz de la época que estamos estudiando, publicado en un blog titulado "Ciudadano Gaditano"

Don Antonio Alcalá Galiano nace en Cádiz en Julio de 1789 y muere en Madrid en Abril de 1865 con setenta y cinco años. Desde un año a otro don Antonio es protagonista directo e indirecto de los muchos acontecimientos que en nuestra ciudad se producen.
Pierde a su padre, el afamado marino y geógrafo don Dionisio, en la batalla de Trafalgar a bordo del Bahama (Octubre 1805).


El joven Antonio

Tres años después, en 1808, se encuentra en la capital del Reino durante los acontecimientos del dos de Mayo. De vuelta a su ciudad natal, vive el Cádiz de las Cortes en los que eran momentos de gran efervescencia política ante la contienda militar y el asedio que vivía la ciudad. Era un Cádiz atestado de gente buscando refugio entre ellos se encontraban multitud de diputados, periodistas, escritores, literatos, comerciantes extranjeros, etcétera y, en la que se llevan a cabo tertulias varias en las diferentes casas de la ciudad, como las que había en casa de doña Frasquita Larrea. Ello le permite conocer a personajes coetáneos que brillan por su inteligencia como Martínez de la Rosa, Agustín de Argüelles, el conde de Toreno, los Isturiz, Quintana, José Joaquín de Mora, Méndez Álvarez alias Mendizabal, etc. Como vemos, Alcalá Galiano se rodea de lo más nutrido del Cádiz de las Cortes.




Lápida en casa de doña Frasquita
Lápida en casa de doña Frasquita

Para ser exactos, que después me riñen los lectores, don Antonio no solía asistir a las tertulias en casa de doña Francisca Larrea debido a unas polémicas que mantuvo con el matrimonio. Según cuenta en su espléndida obra Recuerdos de un anciano, don Antonio asistía a casa de Doña Margarita López de Morla de Virnes

“mujer de singular entendimiento e instrucción vasta, educada en Inglaterra, aficionada a estudios serios, de agradabilísimo trato, y hasta ajena de pedantería…” A estas tertulias “llevaba don Juan Nicasio Gallego el buen humor y chiste por que tanto se señalaba en el trato social, Quintana su tono severo y dogmático, Toreno sus calidades superiores de hombre, así como de talento e instrucción del mundo.”

También asistía, no ordinariamente, Argüelles. Largas tertulias de hombres en casas de hermosas damas.
 Recuerdos de un anciano “en esto apareció una tetulia de igual naturaleza, pero en que predominaban opiniones diametralmente opuestas, la de la señora Francisca Larrea, mujer del ilustrado alemán D.N. Bohl de Faber, literato, buen escritor en nuestra lengua y apreciabilísimo visto a todas luces. (…) Fui yo presentado en casa de la señora de Bohl, pero por mil razones no hube de agradarle, ni ella por su parte, a pesar de su mérito, se captó mi pobre voluntad. Lo cierto es que la vi una vez y después fue mi suerte (ya en 1818) entrar con ella y su estimable marido en agrias contiendas literarias, en que hubieron de injerirse con poco disimulo cuestiones políticas, no sin grande peligro mío en aquéllas horas.”
En 1820 tomó parte activa en el derrocamiento de Fernando VII. Al retornar éste en 1823 se exilió en Londres (y París) donde vive de 1823 a 1834, desempeñando una cátedra de lengua castellana. A la muerte de Fernando VII retorna a España. En 1836 fue nombrado Ministro de Marina aunque no dura mucho tiempo.
Alcalá Galiano regresa a Cádiz en 1843 a los veintiún años de ausencia, pues le ofrecen la dirección del Colegio de San Felipe Neri, sustituyendo a don Alberto Lista; pero su estancia fue corta.
Nuestro paisano lo fue todo en la política de la época: diputado, senador, ministro de Marina y también de Fomento, representante de España en Turín y Lisboa, académico de la Lengua, de la Historia y de las Ciencias Morales y Políticas.

Antonio Alcalá Galiano
Antonio Alcalá Galiano

El final de esta historia hay que encuadrarla en el reinado de Isabel II y un artículo que escribió don Emilio Castelar contra la reina titulado “El rasgo” que dio lugar al cese de éste de su cátedra. Esto motivó una revuelta universitaria y su posterior represión conocida como Noche de San Daniel el 10 de Abril de 1865. En el posterior Consejo de Ministros donde se trataba este importante asunto Don Antonio Alcalá Galiano sufre un infarto de miocardio que le llevará a la muerte el día 11.
Así acaba esta historia, la de un excelente prohombre gaditano que vivió para modernizar su país en un siglo, el XIX, en el que los vaivenes políticos y las revueltas se sucedían constantemente.
Para finalizar, una pregunta para los lectores : si Alcalá Galiano no fue diputado en las Cortes de Cádiz ¿por qué aparece su nombre en el monumento a las Cortes de 1812 en la actual Plaza de España de Cádiz?
Por Carlo Zola.
 

Azulejos de la fontana de oro

Hola a todos.
Aquí os dejo unas imágenes por gentileza de nuestra compañera María Mercedes de la azulejería que decora el exterior de la Fontana de Oro, tal y como se conserva hoy día. Espero que las disfrutéis.
Saludos.





Viaje Encuentro Provincial de Clubes de Lectura

Hola a todos.
Como ya anunciamos el pasado lunes, el martes día 14 Los Clubes de Lectura de Fuengirola hicimos un viaje a Tolox y Guaro para participar en el Encuentro Provincial de Clubes de Lectura en el que se contó con la presencia de la escritora Rosa Regás que presentó su última novela "Música de Cámara".
Aquí os dejo el enlace a una presentación de fotos que ha hecho nuestra compañera Elvira. Espero que la disfrutéis.




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lunes, 13 de mayo de 2013

Viaje a Tolox y Guaro

Hola a todos.
Mañana salimos de viaje a Tolox y Guaro para participar en el Encuentro Provincial de Clubes de Lectura.
La salida será a las 9.40 de Hipercor en Los boliches y a las 9.45 de Mercacentro.
Podeis pasar a pagar a lo largo del día de hoy  por la Biblioteca a Gloria o a mi. El precio es de 20 euros.
Gracias a todos. Nos vemos mañana.